TERMINAL DE LOS TRAMVIAS
- Turismo Ocotlán

- 26 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Las bien comidas y educadas acémilas que parecían “cuatas” por lo brillosas de su pelo, redonditas, y parecidas, en tamaño y color.
Eran todo un espectáculo “jalando a un paso convencional y seguro, sin tirones acelerados a los vistosos tranvías de pasajeros pintados de colores caoba y blanco. Siendo por lo regular ocupados sus asientos en totalidad, por usuarios de toda edad, sexo y condición social en uno otro sentido de ambas rutas. En el caso de quienes venían de la estación de ferrocarriles del centro de la población, siempre estarían muy pendientes de anticiparse a pedir parada antes de llegar a tal o cual esquina, al cochero o auriga, que dé pie en su vehículo con su mano izquierda lleva las riendas de sus dóciles animales y una diestra próxima a la férrea y vertical manivela de los frenos, un chicote de cuero tejido, el que acciono en un mínimo de espacio, más que para golpear a sus mulas del tiro, serviría para para en el lenguaje de su chasquido, ordenarles la maniobra requerida de pararse o arrancar suavemente aquellos enrielados vehículos que por más de cincuenta años servirían a Ocotlán siendo parte de su importante vida comercial y cosmopolita en la época de la navegación en el Lago de Chapala. Dándose en el lujo la empresa de tranvías de ofrecer dos servicios: el de pasajeros de los ferrocarriles y el servicio de cargas. Utilizando dos vías como rutas distintas en la población y que finalmente se cruzaban en las calles de Hidalgo y Zaragoza para converger finalmente en el muelle o atracadero de embarcaciones del Rio Zula.
Aclarando que la ruta oriente (calles Luis Moya y Zaragoza) pasaba por las “bodegas de Huaracha” y por los barrios de el “chiripó”, los de “la Zona”o del “Valle” y tenía su terminal en la esquina de la farmacia del Dr. Loza, hoy del consultorio dental de los Doctores Raúl y Sandra Topete.
La ruta poniente cubría parte de la Av. Ferrocarril, “Parque Esther Tapia”, y la Av. Hidalgo, Hasta la Plaza de Armas y era la “Rua” de las casas de asistencia y de hoteles con antañonas y arquitectónicas casonas de dos pisos, residencia de acaudalados y que dieron y dan a personalidad de urbanístico buen gusto a Ocotlán y que deben de ser conservados en su aspecto original.
Es importante mencionar que las personas que Vivian por las calles por donde pasaban los tranvías estaban orgullosas de ello y siempre las mantenían regadas y barridas, siendo una cosa que muchos admiraban los numerosos visitantes que llegaban a la población.
Entre los detalles y las anécdotas de este servicio inolvidable, de este servicio inolvidable, se recuerda que: en las “Mochas” (plataformas cargueras)había una auriga de apellido Álvaro que manejaba el chicote con gran habilidad y por jugar sin lastimarlos, con el chirrión les tumbaba el sombrero a la cachucha a los muchachos que “mosqueaban” las plataformas.
Se acuerdan también que don Maclovio Carranza, era el operador del tranvía que partía por la calle de Zaragoza.
Don Federico Águila R. platicaba R. platicaba haber visto a don Venustiano Carranza en su Estado Mayor Presidencial, cuando vinieron a Ocotlán







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